Con actualísima simpleza interior y atención a los colores del jardín, esta reforma proyectada por el estudio Ábaton en el barrio de La Moraleja suavizó el límite entre la construcción y su entorno hasta hacerlo casi imperceptible.
El punto de partida de esta notable transformación arquitectónica fue una casa construida en los años 80 en el barrio residencial La Moraleja, al norte de Madrid. Sus dueños, una pareja con dos hijos adolescentes, delegaron en el estudio Ábaton la reforma integral de la vivienda para darle un enfoque más contemporáneo y adaptarla a su estilo de vida.
El interior, demasiado compartimentado, se replanteó con una distribución más abierta en todos los sentidos: los ambientes se integraron para conformar espacios diáfanos y funcionales, y se abrieron de cara al inmenso jardín, renovado con un paisajismo a puro color. Floraciones casi permanentes (gracias a una cuidada selección de herbáceas) y zonas de descanso y lectura trazadas a la sombra de inmensos robles marcan en el exterior un ritmo de calma y relajación para disfrutar de las cuatro estaciones.
Para no perder la continuidad entre ambientes, se dejó aire entre el cubo que contiene el toilette y el techo.
Espacios amplios, interiorismo impecable
El interiorismo de toda la casa, a cargo del Estudio, combina piezas únicas y muebles de diseño de diversos países, siempre en sintonía con la propuesta arquitectónica: espacios sencillos, eficientes y fuertemente vinculados con el entorno. Una de las ideas rectoras del paisajismo pensado por Fernando Alonso, socio de Ábaton, fue que pudiera disfrutarse puertas adentro; que entraran por los paños fijos las especies de floración continua y los tonos cambiantes de los arces japoneses (Acer palmatum).
Apenas más alto que la mesa, el vajillero tiene ocho puertas cuadradas que no tocan el piso.
Dando la vuelta desde el comedor se llega a un pasillo-escritorio vinculado por con el living a través de la chimenea que toma parcialmente la división, pero que se destaca como uno de los elementos absolutos del diseño espacial.
"Proyectamos una distribución abierta y diáfana, con un lenguaje minimalista de materiales, en el que un hogar dentro de un volumen blanco basta como división virtual entre dos sectores."
Arq. Camino Alonso, socia del estudio Ábaton
En el hueco de la ventana se dispuso un asiento en voladizo, donde se apoyaron libros y un jarrón. Las obras del fotógrafo Juan Baraja y el puf de la firma italiana Verzelloni suman la cuota justa de color.
Salida verde
Cambiando el tamaño de las aberturas para traer más luz y con una nueva aislación en la fachada se mejoró la apariencia de la casa y también su eficiencia energética. Y en tren de gastos bien pensados, se instaló riego automático, pero solo para la acotada sección de césped.
Sin clichés
La cocina se ubicó en el centro: no es metafórico lo de “corazón” en este caso. Además está comunicada con el comedor al aire libre, rodeado de colorida vegetación.
La suite
Los dueños de casa querían un escritorio donde trabajar mientras sus hijos usaran las áreas sociales. En lugar de aislar el sector, el estudio Ábaton lo incorporó de manera natural a la suite, a continuación del cuarto y enfrentado al vanitory.
Dinámicas y coloridas, otras dos alfombras de Nanimarquina conectan espacios de usos disímiles.