La maternidad la inspiró. Renovó sus ganas de ayudar a los demás, algo que aprendió cuando aún era una chiquita que andaba en bicicleta por Yerba Buena. Madre de Iñaki (4), a quien le dedicó toda su atención durante sus primeros años, Lara Bernasconi (42) vio que una alimentación de calidad era fundamental para el correcto desarrollo de su hijo. Y así encontró una nueva misión. Madrina desde hace una década de la Fundación Banco de Alimentos de Tucumán, la modelo le acercó una idea a la institución: darle forma a una Escuela de Cocina y brindarles una herramienta de transformación a las más de 47 mil familias que alimentan a diario. “Hacía un tiempo que veníamos dando talleres y vimos que no sólo eran un éxito entre las madres, sino también una poderosa herramienta de cambio social”, cuenta Lara, que a mediados de abril viajó a la provincia para inaugurar el proyecto.
–¿Con qué sensaciones te volviste de Tucumán?
–Quedé feliz porque trabajamos muy duro para que la Escuela se convirtiera en realidad. Fueron dos años y el último tiempo, en pandemia. Es gratificante ser parte de algo que sabés que les va a transformar la vida a tantas mujeres.
–¿Qué te llevó a colaborar con el Banco de Alimentos de tu provincia?
–Siempre fui muy sensible. En casa, mis padres me enseñaron a ser empática. El mensaje siempre fue: “Fijate cómo podés ayudar”. Desde 2002, el Banco recibe alimentos que salen del circuito comercial, pero que son aptos para ser consumidos, y los reparte en comedores, cocinas comunitarias y escuelas. Cada vez que viajo a Tucumán, las visito y veo cómo esos chicos que antes se quedaban dormidos del hambre tienen la panza llena. Eso me da ganas y fuerza.