En un escenario en el que la paz aparece distante, el presidente Javier Milei aspira a realizar en la Argentina una cumbre de países latinoamericanos en apoyo a Zelensky
La brutal invasión rusa a Ucrania arroja un saldo de más de 500.000 bajas. En una encarnizada y extenuante lucha que se libra palmo a palmo, los defensores ucranianos procuran contener al ejército de Putin y recuperar territorios. Ante una contienda que lleva casi dos años en suelo europeo sin visos de finalización, algunos círculos occidentales se interrogan sobre cuándo iniciar instancias para pasar del campo de batalla a la mesa de negociaciones. Richard Haass -presidente del Council on Foreign Relations- publicó un ensayo en Foreign Affairs: “Occidente necesita una nueva estrategia en Ucrania”.
El planteo de posibles escenarios para poner fin a la guerra, generó una ardua polémica. Desde la Rand Corporation, Samuel Charap, estima que es el momento de iniciar un serio debate. Para Constanze Stelsenmuller de la Brooking Institution, sería inmoral su sola sugerencia. Una pregunta abierta es si una propuesta de “Plan B” tendría que provenir de alguna nación no occidental -países como China, India o Turquía- que mantienen fuertes vínculos comerciales con Rusia.
El mediador tiene que ser significativo para ambas partes, pero ninguno de los involucrados pareciera demasiado abierto a conversaciones. El gobierno norteamericano opta por continuar apoyando a Kiev “mientras sea necesario”, pero surgen desavenencias entre congresales por el presupuesto. En el seno de la OTAN se manifiesta que Ucrania decidirá el momento y los términos de una negociación. Existen temores de que Moscú pueda interpretar un inicio de conversaciones como un indicio de debilidad. El analista alemán Ulrich Speek opina que “la diplomacia es a la vez nuestra fortaleza y nuestra debilidad. El entusiasmo por negociar demasiado pronto, simplemente alentará a Putin a manipular ese deseo, dividir a Occidente y buscar concesiones de Ucrania”.
¿La guerra de Ucrania será la Argelia francesa de Vladimir Putin? Esa es la tesitura de Francois Heisbourg, diplomático francés y analista senior del International Institute for Strategic Studies. Al igual que la prolongada guerra argelina (1954 a 1962) significó la liquidación de los restos del imperio francés, estima que la fantasía imperial de Putin podría precipitar la caída de la Federación Rusa envolviéndola en una posguerra de contornos imprecisos e inquietantes. Tatiana Stanovaya, analista rusa de la Fundación Carnegie, concluye que “Putin no negociará, excepto en sus propios términos, los que a este paso, es la destrucción total de Ucrania”.
Las Naciones Unidas asisten perplejas a la evolución de la guerra, sin lograr mayores resultados a causa del veto ruso en el Consejo de Seguridad. Sin embargo, la Asamblea General condenó por mayoría (141 votos) a Rusia por agredir a Ucrania. Algunos de sus organismos, Acnur, Unicef y OIEA resultan vitales en estos momentos.
Mientras el entonces presidente argentino Alberto Fernández se reunía con Vladimir Putin en Moscú, el 3 de febrero de 2022, millares de tanques y 180.000 soldados rusos se encaminaban a la frontera con Ucrania. La televisión rusa emitía agresivas posiciones que preludiaban la invasión. A los veinte días, las tropas del Kremlin irrumpían nuevamente en Ucrania. Los esfuerzos de Alemania y Francia por desempeñar un rol mediador resultaron vanos. A raíz del tendido de gasoductos con Rusia, podrían haber desempeñado una interesante interlocución diplomática.
Turquía condenó la invasión rusa y suministra armamentos a Ucrania, mientras expande su comercio con Moscú. El presidente Recap Erdogan, en un juego de malabares, mantiene vínculos con Vladimir Putin, Joseph Biden y Volodymir Zelensky. Estambul fue sede de negociaciones -al mes de iniciada la guerra- cuando aún se ofrecía neutralidad a cambio de garantías de seguridad. El gobierno turco logró los acuerdos de cereales del Mar Negro, permitiendo la salida de 33 millones de toneladas de cereales ucranianos y alimentos hacia 45 países. La actual reticencia rusa a continuar con ese compromiso se tradujo en arreciar sus bombardeos a puertos ucranianos.
La mediación frustrada de Lula
Lula da Silva, presidente de Brasil, anunció en marzo una gestión mediadora. Existieron viajes a Moscú por parte de Celso Amorim, asesor presidencial; y una visita a Brasilia del canciller Sergei Lavrov. Pero declaraciones de Lula a la prensa pusieron en duda su equidistancia como eventual mediador. El presidente Zelensky pidió ayuda a Lula para organizar una reunión con presidentes latinoamericanos, pero nunca se concretó.
En la región los únicos países que manifestaron una decidida posición de apoyo a Ucrania son Chile, Uruguay, Costa Rica y Guatemala. En la cumbre Celac-Unión Europea de este año, apenas se alcanzó por parte latinoamericana un lavado consenso que se limitó a manifestar “preocupación por la guerra contra Ucrania”, sin condenar ni mencionar al estado agresor. Gabriel Boric habló con claridad: “lo que sucede en Ucrania es una guerra de agresión imperial inaceptable”.
Ahora, el presidente Javier Milei ofreció a Zelensky organizar en Argentina esa cumbre Ucrania-América Latina. En Buenos Aires –el último fin de semana- Zelensky también pudo reunirse con los presidentes de Uruguay, Paraguay, Chile, Ecuador y Hungría. El viaje del presidente ucraniano continuó a Washington, en procura de renovar apoyos, donde fue recibido por Biden y congresales demócratas y republicanos.
Sudáfrica lideró una fugaz iniciativa de paz propuesta por seis presidentes africanos (Egipto, Senegal, Zambia, Congo, Uganda y Sudáfrica). La propuesta africana contemplaba el retiro de las tropas rusas. Los presidentes Cyril Ramaphosa (sudafricano), Macky Sall (senegalés) y Hakaime Hichilema (zambio) arribaron a Moscú en Junio, donde Putin les manifestó su agradecimiento. La delegación continuó a Kiev, pero sus reuniones fueron interrumpidas por una lluvia de misiles rusos y sus miembros debieron raudamente buscar refugio. El mensaje de Moscú era claro, no a la paz.
A los pocos días, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, expresó el apoyo de su gobierno “a las iniciativas, ya sea de Brasil, China o cualquier otro país, que ayuden a encontrar un camino hacia una paz justa y duradera”. Agregó que deben contemplar el respeto a la Carta de las Naciones Unidas y proteger los principios de soberanía, integridad territorial e independencia.
Misión de China
El gobierno de China presentó un plan de paz de 12 puntos, al año del inicio de la guerra, en ocasión de una visita del canciller Wang Yi a Moscú. Si bien China no condenó la invasión rusa, tampoco suministra armas a Rusia. Dados sus lazos con ambos contendientes, Beijing posee condiciones para negociar. Occidente recibió con algún escepticismo esa iniciativa. Durante el viaje del presidente Macron a China en abril, surgió una iniciativa francochina tendiente a “crear condiciones para encontrar una solución política a la guerra”.
El Vaticano colabora en la liberación de prisioneros y encara tratativas por los menores de edad secuestrados por Rusia en las zonas ocupadas. El cardenal italiano Mateo Zuppi, enviado papal para encontrar caminos que conduzcan a la paz, en su sigiloso peregrinaje ha viajado a Kiev, Moscú, Washington y Beijing. Los presidentes Biden y Zelensky recibieron personalmente al cardenal. En Moscú y Beijing sus interlocutores fueron diplomáticos. El gobierno de Italia apoya esas gestiones vaticanas.
En la reunión del G-20 (Indonesia, 2022) el presidente Zelensky presentó una propuesta para restablecer la paz. Se basa en la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional, contempla el restablecimiento completo de la integridad territorial y propone un acuerdo internacional que ofrezca garantías de su cumplimiento. Este año, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, anunció que la Unión Europea apoya el plan de paz justa de Ucrania y está dispuesta a proporcionar garantías en cooperación con la OTAN para proveer seguridad.
En tanto Putin agita la posibilidad de usar armas nucleares, su canciller Sergei Lavrov dice que “las propuestas de paz surgen de una trama contra Rusia”. Al margen prosigue la farsa de declarar “territorios rusos” a las provincias ucranianas invadidas. Un calco de lo ocurrido en 2014 con la península de Crimea. De no mediar el decidido apoyo político de la Unión Europea y Estados Unidos a Kiev, Putin hubiera alcanzado sus objetivos. Hoy las fuerzas rusas se encuentran seriamente debilitadas.
El nuevo ministro ucraniano de Defensa, Rustem Umgrov, es un empresario que fue negociador en los acuerdos de cereales del Mar Negro e intercambios de prisioneros. Su origen tártaro, también podría ser un símbolo de que Ucrania no cederá la península de Crimea. Hasta hoy no se ha informado de progresos tangibles para poner fin a la guerra. El año próximo hay elecciones en Estados Unidos, Rusia y Ucrania. Una diplomacia sin descanso continúa trabajando en diversas naciones en pos de una paz distante, pero no imposible.
El autor es diplomático y miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
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