La cercanía de Cúneo Libarona con el kirchnerismo
“Tengo la sensación de que Nisman no aguantó lo que estaba viviendo. No sé si alguien lo llevó a no aguantar esa situación. Hay datos que me llevan a pensar que no entró alguien por la ventana volando o un comando iraní kirchnerista y lo mató. Creo que no aguantó la situación, mucho pesar personal, mucho dolor, propio de todo suicidio y él tomó esta decisión”.
A 9 años del asesinato del fiscal Alberto Nisman, quien opina así sobre el magnicidio que sacudió al país es el actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Lo dijo sin dudar años atrás en una entrevista realizada por la periodista Silvina Chediek en la Televisión Pública. Los dichos polémicos del ministro se dieron en agosto de 2017, poco tiempo después que la justicia cambió la carátula de la causa y pasó a investigar la muerte de Nisman como “homicidio”. Vale recordar que en 2016 el juez federal Julián Ercolini y el fiscal federal Eduardo Taiano, encomendaron la realización de un segundo peritaje a la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de la Gendarmería Nacional Argentina. El estudio realizado por esta dirección concluyó que la muerte de Nisman se trató de un homicidio. Esta es la hipótesis que actualmente investiga la Justicia y contradice los dichos de Cúneo Libarona. Incluso cuando dijo creer en la palabra de Diego Lagomarsino, tomando una posición que no dejaba lugar a dudas e interpretaciones: había que despegar cualquier indicio que implique alguna responsabilidad del gobierno de Cristina Kirchner con el homicidio del Alberto Nisman.
No debería sorprender, el ministro se caracterizó en cada aparición mediática realizada estos años lejos del poder político, en opinar siempre en favor o cerca del kirchnerismo, tanto en la causa Nisman como en causas de corrupción. En octubre de 2022, invitado por Alejandro Fantino a su programa, Cúneo Libarona se explayó sobre la Causa Vialidad, que tenía a todos expectantes por la claridad y la fuerza de los argumentos del fiscal Diego Luciani en su alegato acusatorio. Dijo: “Anoche comí con varios jueces y abogados y destacaban las magníficas defensas que estaban haciendo los defensores de los acusados en el juicio. Hay dos temas que no se traen muy a la vista. Uno: ¿Está probada la intervención de Cristina Kirchner en el hecho? El concepto general es no. Dos: ¿hay asociación ilícita en este marco, se pusieron de acuerdo en un común los acusados para cometer delitos indeterminados? El concepto general es no”. Poco tiempo después Cristina Fernández de Kirchner fue condenada a seis años y medio de prisión por el delito de “fraude a la administración pública” e inhabilitada a ejercer cargos públicos de por vida. Junto al empresario Lázaro Báez y un grupo de exfuncionarios encabezados por José López, Néstor Peirotti y cinco funcionarios más de Vialidad Nacional de la provincia de Santa Cruz.
En la causa “Cuadernos de la corrupción” fue abogado defensor del empresario Sergio Taselli, vinculado a la explotación del servicio de ferrocarriles que aparecía mencionado en los escritos de Oscar Centeno, exchofer de Roberto Baratta, como uno de los que en 2013 habría entregado un “bolso lleno de dinero” al exnúmero dos del Ministerio de Planificación. Por aquel entonces, Cúneo Libarona afirmaba en cuanta entrevista podía dar que, ante la ausencia de pruebas contundentes, el macrismo optó por intentar armar causas mediante testimonios de empresarios y políticos, por lo que denunció irregularidades en la detención de varias personas, fundamentalmente empresarios, afirmando que fueron presionadas para declarar y señalar a Cristina Fernández. El mismo argumento utilizado por el kirchnerismo y la propia Cristina en su alegato final en la Causa Vialidad.
Tan cerca del kirchnerismo estuvo que Cúneo Libarona fue defensor del destituido juez federal de Mendoza, Walter Bento (protegido por los K) en el juicio oral por lavado de activos y enriquecimiento ilícito, entre otros delitos y hasta defendió al exgobernador de Tucumán, José Alperovich, en la causa donde es acusado de violar y abusar sexualmente de su sobrina. No podrá estar el 5 de febrero cuando comience el juicio aunque como abogado lo dejó en claro: “Creo en su inocencia” dijo varias veces durante el proceso.
Como ya señalamos en este mismo espacio, todo esto se suma a la decisión de quitarle la posibilidad de querellar a la Oficina Anticorrupción y a la Unidad de Investigación Financiera para evitar “una persecución política y una guerra judicial”, como dijo el ministro de Justicia, algo que, dicho así, podría estar en el índice del “manual del lawfare” tan utilizado por la expresidenta para defenderse en cada causa de corrupción que la tiene procesada. Durante la campaña electoral desde LLA se decía que la Oficina Anticorrupción iba a estar en manos de un opositor, sin embargo, fue designado el abogado Alejandro Melik, un exsocio del ministro de Justicia. Demasiada cercanía para tanta sospecha de falta de independencia de la OA. Ambos abogados, tiempo atrás se hicieron famosos juntos cuando defendieron al exrepresentante de Diego Maradona, Guillermo Coppola en el caso del jarrón con droga plantada por el cual había sido acusado de narcotráfico.
Pero al margen de los nombres y la sospechas, existe en un sector de la oposición una fuerte demanda para que la UIF y la OA recuperen sus deberes. En ese sentido el extitular de la UIF, Mariano Federici, a través de su cuenta de X, difundió una serie de sugerencias para establecer una agenda anticorrupción. En el segundo punto señala: “No entregar las pocas armas existentes para combatir a los corruptos, tales como las facultades de querellar de la OA y la UIF, establecer su obligación legal para que siempre soliciten ser querellantes en todas las causas de corrupción y lavado no pudiendo bajarse de ellas hasta finalizados los procesos”.
El recelo por no tener en la agenda prioritaria de gobierno una decisión de ir con firmeza contra la corrupción pública que tanto afectó al país las últimas dos décadas hace pensar en pactos, en estrategias políticas de confrontación donde se eligen los escenarios que menos incomodan a unos y otros. Lo dijo el propio presidente Javier Milei el día de su asunción: “No venimos a perseguir a nadie, a saldar viejas vendettas”, y agregó: “No importa de dónde vengan, qué hayan hecho antes, lo único que importa es hacia dónde quieren ir”.
Una confesión de parte que nos hace preocupar y mucho, porque sí importa “de dónde vienen” pero mucho más “lo que hayan hecho” aquellos que se suman a cargos públicos relevantes para conducir el país con posiciones y actuaciones que se caracterizaron por justificar los delitos cometidos por funcionarios en la administración pública, porque seguramente, como dice el Presidente, ellos “quieran ir” a algún lugar donde, como condición excluyente, debería reinar la impunidad.