“Hola, qué tal”; Cristina Kirchner recuperó el habla
Mientras el presidente Javier Milei elige agregar un nuevo capítulo a la guerra ancestral entre Buenos Aires y las provincias, la exvice vuelve al ruedo
Primero fue Roberto Navarro, que aseguraba que Cristina Kirchner no veía con tan malos ojos al presidente Javier Milei; después fue ella misma con un paper de 33 páginas, bastante más crítico sobre el cuadro de situación actual. Finalmente, hubo otro mensaje que, tempranito, el día de su cumpleaños N° 71, el lunes último, vertió en sus redes sociales, al opinar que se está jugando con “la mesa de los argentinos”, tras conocerse que el índice de pobreza ya llega al 57,4%, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
Con todo, es extraño el ambivalente rechazo que tiene la máxima jefa del kirchnerismo hacia el presidente actual, mucho menos contundente del que le profesa a Mauricio Macri. Se diría que es recíproco también por parte de Javier Milei. Es cierto que el líder libertario le zampa esporádicamente el muy poco cordial “jefa de la banda”, pero por lo general es bastante cuidadoso y acotado a la hora de confrontar con ella.
A la peyorativa descripción que hizo la exmandataria de él –lo definió como “un showman economista en la Casa Rosada”–, Milei respondió apenas levemente irónico: “Los nuevos tiempos requieren un poco de show”. Suena casi como una amorosa caricia en contraste con los rayos y centellas que le dedica a legisladores, políticos de la oposición y, muy particularmente, a “Nachito” Torres, el gobernador chubutense de Juntos por el Cambio, que amenaza con cerrar los yacimientos petrolíferos si no le reponen la asistencia financiera que le cortó el gobierno nacional.
“Le gusta congraciarse con Cristina Kirchner”, opina Ricardo López Murphy, uno de los tantos blancos predilectos del Presidente para insultar, sin distinguir entre adversarios peligrosos y aliados amigables.
Tal vez, Cristina Kirchner y Milei se admiren mutuamente por intuir que están hechos de una madera similar: revulsivos, groseros e intolerantes hacia quienes expresen la menor disidencia. Y lo peor de ambos: muy orgullosos de ser así, sin importarles cuánto lastiman la delicada piel de nuestra sufrida democracia y la ponen en riesgo solo por el gusto de andar en dos ruedas por las cornisas de los caminos institucionales.
Mientras, para mal o para bien, todo el sistema político-mediático gira cada vez más alrededor de la figura de Javier Milei, a Cristina Kirchner le preocupa cómo romper esa hegemonía incipiente.
Aunque falta mucho todavía, el camino hacia las elecciones de medio término debe ser asfaltado a tiempo porque una nueva derrota electoral para su fuerza podría tornarse irreversible. Pero, además, en lo que sí la corre el reloj es en la urgente necesidad de pertrecharse ante la continuación de las graves causas judiciales abiertas en su contra. Permanecer solitaria en el llano, sin fueros ni capacidad ofensiva no es la imagen que más le conviene dar frente a los tribunales y la Corte Suprema que, de confirmar su condena en la causa Vialidad, la pondría a tiro de ser detenida.
Con su documento intitulado “Argentina, en su tercera crisis de deuda” no cosechó adhesiones y sí variadas observaciones por sus inexactitudes y por demandar medidas que lejos estuvieron de ponerse en marcha en 16 años que sumaron los cuatro gobiernos kirchneristas. Lo más humillante para ella es que tuvo un impacto mediático menor que la carta abierta al Presidente de Lali Espósito.
La creciente pérdida de relevancia de la dirigencia kirchnerista/peronista inquieta a la expresidenta. Esa notable languidez, que no se condice con los antecedentes confrontativos de la fuerza que la rodea, podría agravarse si el Presidente llega a meter dos o tres goles.
La beligerancia piquetera y sindical en sus manifestaciones verbales y callejeras que parecían condicionar y debilitar al gobierno de Cambiemos, por el contrario, fortalecen al nuevo oficialismo como la representación más salvaje de la “casta” que se opone a cualquier tipo de sacrificio social que haya que hacer en pos de recuperar el equilibrio fiscal y económico. Cuando Milei, con su verba inflamada, parece acorralarse solo en un callejón sin salida, vienen en su auxilio esas huestes que complican tanto la vida de la gente con sus paros y cortes de calle. Entre un extremo y el otro, la sociedad cuenta hasta diez y sigue adelante.
Pero, atención, ha resurgido una polémica ancestral: Buenos Aires versus las provincias. ¿Quién ganará la pulseada esta vez? Cristina Kirchner encuentra en ese dilema irresuelto una nueva oportunidad y se frota las manos.
La exvicepresidenta opta por romper su silencio justo cuando se complica la gestión del oficialismo. Ahora que estalló la guerra con todo entre el poder central y el interior, no sería extraño que en cualquier momento vuelva a dar alguna de sus clases magistrales presenciales.