¡Auxilio! Todavía no sé a quién voy a votar
Es verdad: realmente no sé a cuál de los dos elegir. Desde el principio tomé conciencia de que tenía que optar entre Guatemala y Guatepeor, pero el problema es que ninguno reúne méritos suficientes para ser Guatemala. ¿En blanco? Me gustaba la idea, llegué a militarla, hasta que fui a consultar al constitucionalista Félix Lonigro y en cinco minutos me convenció de que se trata de un voto inválido; casi como que te convertís en un antisistema, un paria, un Pilatos. ¿Quedarme en casa? La culpa me perseguiría hasta el final de los tiempos: tengo asistencia electoral perfecta. También especulé con hacerme el gracioso y anular el voto poniendo en el sobre una foto de Alberto Fernández, cosa de que los fiscales al abrirlo se murieran de risa; desistí: de gracioso no tenía nada. Tantas son mis vacilaciones que anteayer, en una encuesta telefónica, me declaré indeciso. El pibe me preguntó si dudaba entre Milei y Massa. “No –le dije–, estoy indeciso con la encuesta. No sé si contestar”.
Ya ven, estas semanas han sido un calvario para mí. Me costaba incluso salir a la calle porque corría el riesgo de que alguien me hiciera la pregunta maldita: ¿a quién vas a votar? “A Alfonsín, ¿y vos?”.
Finalmente resolví hacer un trabajo serio, a conciencia. Establecí parámetros, filtros, referencias que me ayudaran a tomar una decisión. Lo primero que se me ocurrió fue pensar a qué personas me uniría con mi voto, para ver si me siento cómodo con ellas. Interesante, se lo recomiendo. En el caso de inclinarme por Massita me uniría a Malena Galmarini, Cristina, Máximo, Insaurralde, Aníbal Fernández, Baradel… Paré: es obvio que no quiero estar con esa gente. Eligiendo a Milei estaría junto a Karina (su hermana, que hasta hace dos años vendía tortas por Instagram), Conan, el clon de Conan, la médium que lo comunica con Conan, Lili Lemoine… Bueno, tampoco ahí me siento bien acompañado: excesiva carne de diván. Amplié la lista de Massita, como para darle una nueva oportunidad. Me vinieron a la cabeza los Moyano, Barrionuevo, Chocolate Rigau, Ariel Zanchetta, Cristóbal López, Vila y Manzano, Milagro Sala, Sofía Clerici, Jones Huala… ¡Zarpados mal! Sergio Tomás, ¿a tu club está prohibido entrar sin prontuario?
No lo sumé a Alberto porque tiendo a creer que detesta a Massita; el profesor soñaba con ver su nombre en la boleta y resulta que solo aparece en bandos policiales: “Buscado”. Capaz que él sí se anima a poner en el sobre una foto suya.
En un anuncio que llevó alivio a la ciudadanía, voceros del Presidente aseguraron que para la entrega del poder, el 10 de diciembre, va a aparecer. Crucemos los dedos.
Retomé a Milei: lo votarán Alberto Benegas Lynch (el que quiere declararle una guerra santa al Papa), Macri, Patricia, Schiaretti, Carlos Kikuchi, el Dipy, el salteño Afredo “Campera Amarilla” Olmedo. Conclusión: consideré que me sentiría menos molesto con los amigos de Milei. Pero si son amigos de Milei… Además, si llegara a ser presidente podría tirarlos por la ventana, y a mí con ellos. Calma, fierita.
Segundo parámetro: el debate del domingo pasado. En la primera mitad, Massita lo tuvo al borde del nocaut. En la segunda, ganó por puntos. Un combate desigual: a Massita lo había coacheado una task force de expertos internacionales, y a Javi, Karina mientras hacía un Rogel. Pero, claro, después nos enteramos lo de las toses. Como la platea tenía prohibida cualquier clase de manifestación, el fullero se llevó un coro de tosedores. Desde el Covid, hablar cuando te tosen cerca es perturbador. Por lo tanto, anulé la prueba. Javi debería haber protestado allí, en pleno debate: “O dejan de toser o aparece el verdadero Milei”.
Tercer parámetro: los spots. En general, estas piezas tienen mala prensa. Básicamente, por truchas: se arman con cinco sonrisas, diez promesas y el candidato repartiendo besos y abrazos. Igual, a mí me gusta verlas y analizarlas. Estudié detenidamente las de los dos, incluso en cámara lenta. Las de Massita me parecieron buenísimas porque lo presentan tal cual es: un tipo increíble; no se le puede creer nada. “Viene la Argentina que estábamos esperando”, el último spot, es conmovedor. Muestra que viene un avión con una joven que vuelve al país; vienen un tren, un barco, una cosechadora, el agua de una represa y un bebé recién nacido. Y finalmente viene Massita, también recién llegado: al Gobierno, al Ministerio de Economía, a la política. Pura esperanza. Guachito, me hiciste llorar.
El Milei de los spots posteriores a la colonización macrista es prolijo, medido, razonable; no se enoja, no grita y niega u oculta todo lo que venía prometiendo. Un Milei desmileizado. El anterior asustaba y este suena inverosímil. Pero es propaganda sencilla, directa, efectiva. Buen laburo, Conan.
Así estoy: a un día de entrar en el cuarto oscuro y sin resolver el intríngulis. Listo, me decidí: voy a votar por el cambio; de candidatos.ß