El musical Funny Girl que consagró a Barbra Streisand tuvo que esperar medio siglo para volver a encontrar a una protagonista a su altura
“Ya que la Fanny real no puede volver a los escenarios, lo mejor que pudo pasar fue conseguir que Barbra Streisand cante, se mueva y haga las rutinas cómicas al modo Brice. La señorita Streisand está en camino de convertirse en una espléndida artista por sus propios méritos y en Funny Girl ella va tan lejos como resulta posible para retratar la risa y la alegría que representaba Fanny Brice”. El párrafo que el crítico Howard Taubman escribió en su reseña del musical Funny Girl publicada en marzo de 1964 en el diario The New York Times reflejaba lo que el mundillo de Broadway ya había decretado: la obra basada en la vida de la cantante y comediante Fanny Brice no estaba a la altura de su leyenda pero la interpretación de Streisand en el papel protagónico de la puesta certificaba su enorme talento y anticipaba su futuro de estrella.
Aquel pronóstico, se sabe, no solo se cumplió con creces sino que también, durante décadas, incentivó el sueño de muchas niñas que se imaginaban encarnando a las dos divas. El hecho de que el musical no fuera demasiado bueno no importaba mientras que les tocara cantar sus temas más emblemáticos como “Don’t Rain on my Parade”, “People” o “My Man”, integrantes del cancionero popular de los Estados Unidos desde que Streisand los interpretó en el teatro y luego en la versión cinematográfica de Funny Girl estrenada en 1968, por la que ganó el Oscar a la mejor actriz principal.
Y así, con las ilusiones de estrellato y la maravillosa Barbra en los oídos comienza esta historia repleta de esperanzas, traiciones, acusaciones y revanchas que involucró a dos de esas nenas que desde muy pequeñas querían ser Fanny Brice, pero no la real, sino aquella inmortalizada por la señorita Streisand. Y ni siquiera los traumas que su ídola contaba haber sufrido debido a la obra afectaban a Lea Michele y Beanie Feldstein, las dos actrices que en 2022 se enredaron en una muy pública batalla para quedarse con el papel de sus sueños infantiles.
Todo comenzó mucho antes, a mitad de los 90, cuando Michele, quién luego sería conocida como Rachel Berry por su papel en la serie Glee, debutó en Broadway a los ocho años interpretando a la pequeña Cosette en Los miserables. Feldstein, celebrada por sus papeles en los films Lady Bird y La noche de las nerds, le exigió a sus padres que su tercer cumpleaños fuera una celebración inspirada en Funny Girl, con ella en el papel de Fanny, obviamente. Con el paso del tiempo, casi en paralelo, las vidas y las carreras de ambas las fueron acercando al personaje de sus sueños. Mientras algunas puestas de la obra intentaban sin éxito repetir el fenómeno de los años sesenta y encontrar a quién pudiera apropiarse del papel que indiscutiblemente seguía siendo de Streisand -algo que con más valentía que suceso intentó en 1996 Debbie Gibson, la estrella pop reconvertida en artista de Broadway-, las chicas crecían imaginándose una carrera en Broadway.
Por un lado, Michele ya estaba en la dirección correcta como intérprete infantil primero y luego al protagonizar Despertar de primavera, una obra que confirmó su talento vocal y la colocó en el centro de la escena cuando se transformó en una de las puestas más premiadas en los premios Tony de 2006. Aunque la actriz no fue nominada, su asociación con Despertar de primavera le consiguió el papel de su vida. No, para Fanny Brice todavía le tocaría esperar más de una década. Se trataba de Rachel Barbra Berry, la egocéntrica, ambiciosa y talentosa adolescente que interpretó en la serie Glee. Creada por Ryan Murphy, la ficción se convirtió en un fenómeno que superó las expectativas hasta de su propia producción. Casi de la noche a la mañana Michele se transformó en una estrella de TV. Que ella seguía soñando con alcanzar esas mismas alturas en las tablas interpretando a Fanny Brice no era un secreto para nadie. Tampoco lo era que la joven no era la actriz más amable en el set y que no tenía buena relación con sus compañeros de elenco.
Aún así, Murphy parecía ajeno a lo que sucedía en el detrás de escena de las tumultuosas grabaciones y cada vez que la historia lo permitía escribía un momento “Funny Girl” en el programa para el lucimiento de Michele. El capítulo “Sectionals” de la primera temporada de Glee en el que la actriz interpreta “Don’t Rain on my Parade”, se parece ahora -y lo parecía también entonces-, a una audición victoriosa para la actriz. Así, con el correr de las temporadas, el personaje volvería a tener otras secuencias relacionadas con Funny Girl y Barbra Streisand y, de hecho, según la trama de los últimos episodios de la serie Rachel era elegida para protagonizar la obra en Broadway.
En aquellos años, de esa ficción a la realidad parecía haber solo un paso. Especialmente cuando un intento de revivir el musical que tenía como protagonista a Lauren Ambrose (Six Feet Under) no llegó a estrenarse por falta de interés de los inversores y el público. Y entonces en marzo de 2014, exactamente cincuenta años después del estreno de la Funny Girl de Streisand, Michele contó en una charla con la publicación BroadwayWorld que Murphy había comprado los derechos de la obra y que ya estaban conversando para que ella la protagonizara. Sin embargo, un par de meses después el productor explicaba en una entrevista que más allá del amor que él y la actriz sentían por el musical, su puesta en escena dependía de la disponibilidad de Michelle para regresar a Broadway. “No sé si en este momento está dispuesta a asumir ese compromiso”, le decía Murphy a la revista Entertainment Weekly, casi una admisión de que productor y estrella estaban lejos de ponerse de acuerdo.
A los pocos meses, el guionista dio por terminada la aventura Funny Girl y aseguró que habiendo escrito tantas escenas en Glee con las canciones del musical ya sentía que de alguna manera su interés por la obra estaba satisfecho. La mala noticia para Michele vendría acompañada de una catarata de apenas veladas acusaciones sobre su mal comportamiento como compañera de elenco, sus ínfulas de diva y, curiosamente, un rumor que circulaba por las redes que señalaba que la actriz y cantante era analfabeta y por eso se negaba a improvisar en las grabaciones del programa. Mucho peor, y más anclada en la realidad fue la acusación que hizo la actriz negra Samant Ware en las redes, cuando en 2020 Michele hizo público su apoyo al movimiento Black Lives Matter. Según Ware, cuando se sumó al elenco de Glee, la protagonista del programa solía hostigarla por motivos raciales. Así, en la mirada del público y los productores de Hollywood y Broadway, Michele quedó catalogada como una persona difícil con la que a pesar de su evidente talento preferían no trabajar.
En el otro extremo del espectro estaba Feldstein, la otra protagonista de esta historia. La actriz nacida en 1993 en Los Ángeles creció en una familia que incentivaba sus intereses artísticos. Su hermano mayor, el actor Jonah Hill, formaba parte de la nueva camada de comediantes de Hollywood y su mejor amigo, Ben Platt (Querido Evan, The Politician), estaba tan obsesionado con Broadway como ella. Pero su mayor diferencia con Michele era que Beanie le caía bien a todo el mundo. En las entrevistas se mostraba alegre, simpática y divertida y tanto sus compañeros de elenco como Greta Gerwig y Olivia Wilde, las realizadoras que le dieron sus primeros papeles centrales en cine, hablaban maravillas de ella. Así que, cuando luego de su paso por Broadway como parte del elenco de Hello, Dolly, se anunció que Feldstein sería Fanny Brice en la nueva y ambiciosa versión de Funny Girl, no fueron muchos los que se sorprendieron por ella, aunque el hecho de que el día que se dio la noticia el nombre de Lea Michele se transformó en tema de conversación de las redes, tampoco llamó la atención. Era el nacimiento de la rivalidad y la batalla entre ambas actrices que terminaría por dirimirse sobre el escenario.
En principio, Feldstein parecía ajena al tóxico vínculo que el público había establecido entre ambas. “No sabía nada de todo esto. De repente la gente empezó a explicarme por qué me comparaban con ella. No lo entiendo, la verdad es que ni siquiera la conozco”, explicaba la actriz en una entrevista de radio cuando resultaba evidente que el público seguía de cerca la saga de la que ella no estaba ni enterada. Mientras tanto, era “noticia” que Michele la había felicitado por el papel a través de las redes.
Así, durante todo el proceso de preproducción y ensayos de la obra, cada mención sobre ella en los medios reflotaba el enfrentamiento virtual e imaginario que ellos mismos habían fabricado. Los rumores maliciosos e infundados ganaron devastadora fuerza una vez que en abril de 2021, 58 años después de la producción original, se estrenó la obra en Broadway. Más allá de las injustas comparaciones con Streisand y Michele, lo cierto es que las primeras críticas al musical fueron negativas y que muchas de las objeciones de los medios especializados estaban dirigidas a su protagonista. “Una canción tras otra, la voz de Feldstein la decepciona. Estridente y molesta cuando va hacia arriba y apenas audible y desafinada cuando baja de tono, simplemente no es un sonido que uno espera oír en Broadway”, escribió en su momento la crítica Helen Shaw en la influyente revista New York Magazine. La decepción era generalizada entre sus colegas que unánimemente mencionaban a Streisand en sus reseñas y que en muchos casos también nombraban a Michele como la mejor opción para el papel.
Menos de dos meses después del estreno llegó la noticia: Feldstein dejaría Funny Girl en septiembre. Aunque los motivos de su salida no fueron especificados, los rumores sobre Michele como su posible reemplazo empezaron a circular con fuerza en Broadway. Sin confirmación oficial, según el escueto anuncio el show seguía adelante con su protagonista original por tres meses más. Sin embargo, eso no fue lo que sucedió. Apenas unos días después de revelar que dejaría la obra en septiembre, Feldstein anunció que finalmente terminaría su contrato el 31 de julio debido a “que la producción decidió llevar la obra hacia una dirección distinta”. Al día siguiente, se supo a qué se refería la actriz: Michele fue anunciada como la nueva Fanny que comenzaría su temporada sobre el escenario en dos meses.
De inmediato, la venta de entradas para el musical que habían bajado rotundamente luego de las malas críticas empezaron a crecer al punto de transformarse en las más codiciadas del teatro neoyorquino. Nadie se quería perder el debut tan largamente esperado y codiciado por Michele. No importaba si sus detractores insistían en recordar sus maldades, gran parte del público se regocijaba en su revancha. Después de todo, a las villanas del cuento no suelen cumplirseles los sueños. Y tal vez algunos también esperaban que no le fuera bien para que finalmente toda la historia que la vinculaba con la obra llegara a su fin. Sin embargo, como su participación en Glee había anticipado, Michele era la Fanny que el mundo estaba esperando desde el advenimiento de la Streisand.
“Lea Michele, que debutó en el papel el 6 de septiembre, resultó ser una Fanny estupenda. Al mismo tiempo vulnerable y fuerte, desquiciada y ardiente, ella hace que valga la pena ver la obra de nuevo”, decía la crítica del New York Times que también apuntaba al entusiasmo del público dispuesto a ovacionar cada una de sus magníficas interpretaciones de las canciones del musical. Y si Michelle por fin había alcanzado la meta tan esquiva de ser considerada una estrella de Broadway como su amada Barbra, lo cierto es que para Feldstein Funny Girl tuvo un resultado muy distinto: después de unos prolíficos y celebrados años en el cine y la TV -dónde interpretó a Monica Lewinsky en American Crime Story-, la miniserie producida por el omnipresente Murphy, tras su fallida interpretación de Fanny Brice, la actriz se esfumó de la escena pública salvo para ponerle su voz a una serie animada. Para ella, el sueño de la infancia se volvió una pesadilla de la adultez.
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