Proyectan que la crisis golpeará este año más al conurbano, al Gran Rosario y al Noroeste
Un informe privado dice que a los centros urbanos con alta informalidad laboral y robusto nivel de consumo les llevará más tiempo recuperarse y que, en cambio, tienen altas posibilidades aquellos con sectores dinámicos, propensos a la inversión
El golpazo de la crisis es tan fuerte que, si se le presta atención a la cantidad de empresas que el país tiene cada 1000 habitantes o a los puestos de trabajo, hay que remontarse a los tiempos de Eduardo Duhalde y el inicio de Néstor Kirchner para encontrar cifras comparables. La Argentina está estancada. En un escenario similar al de entonces, pero con menos recursos. Para peor, el futuro promete que una eventual recuperación llevará muchos años y tampoco será uniforme: según un informe de la consultora Abeceb, del economista Dante Sica, incluso si Javier Milei tuviera éxito, algo que él considera probable bajo determinadas condiciones, la mejora sería significativa, pero llegaría más tarde para los centros urbanos en donde justamente hay mayores necesidades. En concreto, a los conurbanos bonaerense y rosarino, a la región Noroeste y a Corrientes les costará todo un poco más.
Tiene su lógica. Sica proyecta una economía más basada en la inversión que en el consumo, y por lo tanto, la primera reacción positiva favorecería a sectores que emplean a trabajadores formales. El energético, el minero, el industrial, el forestal. Por eso, la Capital Federal, Río Negro, Tierra del Fuego, Chubut y Neuquén, distritos que tienen, en ese orden, un nivel de trabajadores registrados más altos, tendrían más posibilidades. Siempre que todo saliera bien. La provincia de Buenos Aires, en cambio, está incluso por debajo del promedio nacional en niveles de precarización laboral. Y eso que se toma todo el distrito. Si se analiza sólo al conurbano el panorama es un escándalo.
La Matanza, por ejemplo, tiene 70.000 trabajadores formales privados sobre una población de casi dos millones de personas. La informalidad llega ahí al 65%. En La Plata pasa algo parecido. Ahí viven casi 800.000 personas y hay 506.000 en condiciones de trabajar: sin embargo, los asalariados privados registrados son apenas 79.000; los del Estado, 115.000, y habría que agregar 173.000 de lo que se conoce como “economía popular” (cuentapropistas más informales). Son situaciones similares a las que padecen Lanús, Avellaneda, Quilmes y Lomas de Zamora. “Esos lugares dependen más del mercado interno, va a llevar más tiempo que se recuperen”, dice Sica. El informe compendia también los municipios con mayor porcentaje de beneficiarios del programa Potenciar Trabajo en relación con la gente en condiciones de trabajar. Encabeza el ranking Florencio Varela, seguido por Ezeiza, José C. Paz, Moreno y La Matanza.
Existen, de todos modos, oportunidades en cada rincón del país para cambiar ese destino, gracias a lo que el informe llama sectores más dinámicos para los que podría llegar más inversión si se crean condiciones. “San Juan tiene alta informalidad, pero potencial de desarrollo de sectores como la minería”, describe el informe, que incluye en esa zona también a las energías renovables. Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y parte de Chaco y Formosa podrían también integrar ese lote. La Patagonia tiene por ejemplo un buen desarrollo de petróleo y gas, agrega, pero la minería está todavía lejos de su potencial. “En Misiones, la región más postergada en desarrollo industrial, se abre una ventana de oportunidad con el sector forestal y la agroindustria”, plantea, y concluye en que la agroindustria debería ser una salida a la crisis en la provincia de Buenos Aires. “Aun con incentivo a grandes inversiones, posiblemente el margen de crecimiento en empleo directo sea marginal por el alto desarrollo de la industria”.
Es entendible que los salarios hayan ido durante todos estos años en sintonía con el nivel de precariedad. La pobreza en los trabajadores formales está en lo más alto desde 2004, dice Sica. Sólo si se considera los registrados -públicos o privados- incluidos en la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte), es decir, aquellos que hicieron aportes a la Seguridad Social en los últimos 13 meses, el año que acaba de pasar tuvo a precios constantes un promedio de sueldos comparable a los meses posteriores a la devaluación de Duhalde. Un informe de Jorge Colina, de la consultora Idesa afirma que el promedio de 2023 dio 592.661 pesos netos, apenas por arriba del que había en 2002, de 589.657.
Aquella crisis licuó todos los activos, algo que de algún modo ayudó a ganar competitividad para la recuperación, pero al Ripte le llevó años volver a los niveles de los 90. Alcanzó un valor similar al promedio de 1994-2001 (845.866 pesos) recién casi una década después, en 2011, año en que Cristina Kirchner fue reelecta con el 54% en la primera vuelta ($ 880.998). Es curioso porque, aunque los ingresos siguieron repuntando hasta 2017 -luego de una breve caída en 2016-, aquel 2011 es señalado por los economistas como momento bisagra, cuando la economía dejó de crecer. Fue el inicio del cepo de Axel Kicillof, cuando el Estado empezó a quedarse sin dólares. Es cierto que la inflación de diciembre pasado, del 25,5%, representó una hecatombe para el promedio anual del salario. El economista Fernando Marull, de la consultora FMyA, hace otra comparación: diciembre de 2023 tuvo el peor salario desde abril de 2005.
El problema es que la Argentina no crea empresas ni empleo genuino desde hace más de una década. Otro informe de Marull, elaborado sobre la base de datos de la AFIP, ubica la cantidad de empresas registradas en el país hasta 2022 en 12,2 por cada 1000 habitantes. Para encontrar un nivel comparable hay que ir a 1998, año de la devaluación de Brasil y el posterior a la crisis asiática. El record lo tiene 2008, año en que empezaba el gobierno de Cristina Kirchner, con 14,9 por cada 1000. Pero ni siquiera aquello era alentador: Marull toma una comparación que en 2017 hicieron los economistas Matías Belacín y Matías Arnoletto, funcionarios que se desempeñaban entonces en el Ministerio de la Producción, que conducía Sica, y recuerda que el país estaba entonces rezagado en relación con América latina: Brasil, donde entonces gobernaba Temer, tenía lo mismo que la Argentina, con 12, pero muy por debajo del Chile de Bachelet (19), Uruguay (51) y Estados Unidos (64). Todas economías con clima de negocios superior al nuestro, es decir, con inversiones en blanco. Coincide entonces con Sica. En la Argentina los problemas y sus soluciones no sólo son los mismos, sino cada vez más evidentes.