Con la tracción del líder de La Dolfina y de los Castagnola más otras figuras, hay más canchas, jugadores y caballos en el partido del conurbano, que responde con obras, reconocimientos y publicidad; números del fenómeno
El Camino del 80, que nace en la ruta 205, ya no es tal. Está igual que hace unos cuantos años, pero ya no es lo que era. Bah, igual no está: ahora tiene asfalto, y eso es crucial cuando llueve, y para pasar con caballos dentro de un camión. Pero no es el mismo porque ya no es el Camino del 80, sino la calle Adolfo Cambiaso. Que en su primera intersección a la derecha hace esquina con Dolfina Cuartetera.
Cuartetera fue la mejor yegua de la carrera de Cambiaso. Y Cambiaso, como se sabe, no solamente está vivo: a los 48 sigue galopando por las canchas, mantiene el 10 de handicap que recibió hace 29 años y hace un mes no anduvo lejos de conquistar por 19ª vez el Abierto de Palermo, el mayor torneo de polo del mundo. No falleció, ni se retiró, pero tiene su nombre en una calle. Que es, además, la de su casa, la del club La Dolfina.
Una muestra, entre muchas, de lo que el polo ha pasado a ser para Cañuelas, el partido de 71.000 habitantes de los confines del suroeste del conurbano que creció al amparo de La Martona, la estancia de don Vicente Casares que inspiró una marca de lácteos y un country club. El municipio se enorgullece de su industria de la leche (incluido su dulce de leche), su fiesta de la cerveza y, desde hace unos años, su polo. “Cañuelas, tierra de oportunidades”, se anuncia con un letrero de bienvenida sobre la ruta 205, al costado de la ciudad homónima. “Cañuelas, cuna del mejor polo del mundo” es, desde años más recientes, su otra tarjeta de presentación. ¿Es así? ¿Es la cuna, realmente? ¿Y está, en efecto, el mejor polo del mundo, mejor que el de otros lugares?
Vale mirar un poco al espejo retrovisor del tiempo para conocer el contexto. Hasta los años ochentas, Coronel Suárez era considerada la “capital del polo argentino”. Y como el polo argentino ya era desde hacía décadas el mejor del planeta, de algún modo la ciudad del suroeste bonaerense era la capital del polo mundial. Los éxitos casi imparables de los Harriott y los Heguy, vestidos a rombos rojos y azules, entre los sesentas y los setentas le valieron al pago de la colectividad alemana ese título honorífico. Después, el centro del polo se movió a Pilar y General Rodríguez, porque la Asociación Argentina de Polo (AAP) se instaló con mucha actividad en las fueras de la ciudad de Pilar y muchos clubes importantes, como Ellerstina, estaban en Rodríguez, también cerca de la ruta 28. El límite entre los dos partidos del norte del conurbano está ahí, y no existe en otro punto del planeta una zona que congregue tanto movimiento, con decenas de clubes, alrededor de 100 canchas e incontables caballos.
Pues desde hace un tiempo Cañuelas se afianza como fuerte polo polístico (sin redundancia semántica). Más que robarle –poco– actividad al eje Pilar/General Rodríguez, multiplica –mucho–. Lo dicen los lugareños: se nota que transitan más trailers con caballos en la 205, que crece la veterinaria local. Hay más clubes, y proyectos de clubes. Y una frutilla del postre: desde hace tres temporadas, la final del Argentino Abierto tiene por protagonistas a los mismos dos cuadros de la zona, La Dolfina y La Natividad. Que tienen jugadores afincados en General Rodríguez (Juan Martín Nero, Pablo Mac Donough, ahora Facundo Pieres), pero que integran equipos de Cañuelas. No sucede a la inversa.
La Dolfina, el club de los Cambiaso, fue fundado en 1996. La Natividad, el de los Castagnola, en 2010. Adolfito y Lolo, los líderes polísticos de sus familias, compartieron con mucho éxito Ellerstina hasta el año 2000, cuando se alejaron de Gonzalo Pieres y pasaron a competir por La Dolfina en la Triple Corona. La Z, entre el genio organizador de Pieres y el caudal económico del empresario australiano Kerry Packer, ya era un club modelo, de instalaciones impactantes por magnitud y lujo en General Rodríguez y una cría de caballos de primerísima línea.
Autoexiliados, Cambiaso y Castagnola, casi sin petisos propios, construyeron su equipo (con Juan Ignacio y Sebastián Merlos) a partir de la ayuda de algunos patrones extranjeros, de su propio talento para el juego y de su capacidad organizativa. Pasaron unos pocos años hasta que llegó a la elite la descendencia de Gonzalo (Gonza y Facundo). Buenísima y bien provista de todo lo necesario. Pero el eje liderado por Cambiaso y Castagnola, primeramente, y luego por Adolfito sin Lolo le ganó a Ellerstina mucho más que lo que perdió. Y la descendencia Castagnola hizo lo suyo, años más tarde. Hasta incorporando a un Pieres, Facu, sediento de una oportunidad cierta de destronar a Adolfo. Lo logró en 2023, después de 11 años de sequía palermitana.
En ese tiempo, a la par que Cambiaso y los jugadorazos que tenía por compañeros (David Stirling, Mac Donough, Nero) hacían de la Triple Corona su dominio, crecía Cañuelas, con el influjo del líder y de otras figuras. La Dolfina abrió una sucursal en la elite (La Dolfina Polo Ranch, luego La Dolfina Brava, ahora Cría La Dolfina), ofrecía más torneos en sus canchas (importante: algunos para menores), y mediante la clonación copiaba lo mejor lo de lo mejor y alimentaba el círculo virtuoso de los resultados deportivos. Y los chicos Castagnola, sobrinos de sangre de Adolfo pero producto polístico 100% de su padre, Lolo, despuntaban como cracks.
El sudafricano Ignatius Du Plessis lo vio antes que nadie y les pidió jugar con ellos. Luego se incorporó a La Natividad Pablo Pieres, otro oriundo de General Rodríguez. Después de una primera temporada decepcionante (2020) junto a los chicos, tanto se enfocó Polito en estar a 220 voltios deportivos que decidió mudarse a Cañuelas, él con su caballada, para estar concentrado, más compenetrado, ser más parte del cuarteto verde de la V blanca. Que en 2021 terminó de explotar, con su primera glorificación en Libertador y Dorrego. El estelar surgimiento de “Poroto” Cambiaso, el primogénito deportivamente precoz de Adolfo, no hizo más que acentuar el predominio de Cañuelas. Que hoy tiene números contundentes, más allá de las copas. Contundentes en clubes, canchas, trabajadores, hectáreas de polo.
Cuando nació La Martona como country, 1975, también lo hizo Adolfo Cambiaso, el sexto homónimo consecutivo de su familia (Poroto es el séptimo). Vivió siempre en Cañuelas, como lo hace aún su mamá, Martina de Estrada. La Martina, el club que la homenajeaba, estaba a un costado de La Martona, Camino del 80 por medio. Unos hectómetros más adentro, a espaldas de La Martona, se encuentra hoy La Dolfina. Y enfrente a éste, a unos 800 metros, La Natividad. Pero en aquellos tiempos ochento-noventosos había apenas cuatro clubes de polo en la región: La Martona (dentro del country), La Martina (tenía también equitación), La Totona (de los Fiorito) y El Chaparral, ubicado en la ruta 6, la que conduce de Cañuelas a Rodríguez/Pilar, 75 kilómetros de circunvalación mediante. De esos cuatro, hoy existe solamente uno, La Totona, que es privado.
Sin embargo, lejos de retroceder, desde los noventas el polo se mantiene en la zona, y desde los dos mil no para de expandirse. Actualmente hay 15 clubes, unas 37 canchas, más de 2000 empleos relacionados con este deporte y 3000 hectáreas dedicadas a él. No está por ahora a la par de Pilar/Rodríguez, pero gana espacio. Y además de concentrar la máxima atención deportiva en la elite, con La Dolfina y La Natividad, florece en varios otros establecimientos de polo, como El Metejón, Puesto Viejo, La Trinidad y La Dolfina Polo Ranch. Este último es un espacio de 537 hectáreas que fueron subdividiéndose y tiene dentro varios emprendimientos poleros: El Overo (de los Monteverde), La Rayuri (del patrón emiratí Ali Albwardy), El Oriental (David Stirling, jugador de La Dolfina), Don Ercole (Matías Magrini) y Dundas (de la estadounidense Sarah Siegel-Magness). Cambiaso le dio publicidad a ese “condominio deportivo” mediante ese equipo B participante en los abiertos de Hurlingham, Tortugas y Palermo con resultados más que aceptables y que varias veces llegó a vencer a Ellerstina.
“Cambiaso se transformó en una suerte de Gonzalo Pieres de esta era. No se lo guardó para él; quiere que esto crezca. Siempre fue un innovador. Ve las cosas dos años antes que los demás, como los clones. El tipo abre el juego. Ha hecho crecer mucho esta zona, más que otros que han tenido posibilidades también”, destaca ante LA NACION María Chavanne, una de las emprendedoras del polo femenino a comienzos de los 2000 y hoy organizadora de competencias en La Dolfina y encargada de la escuela de polo del club.
Coincide con ella Guillermo Valent, por años manager de Adolfito en La Dolfina y compañero de trabajo en innumerables viajes profesionales al exterior, que le permitieron conocer el mundo desde su General Belgrano (21.000 habitantes, 162 kilómetros al sur de Buenos Aires) natal. “Cambiaso fue el disparador de todo esto. Mucha gente de Rodríguez viene a jugar, muchos chicos quieren venir, porque acá encuentran el mejor nivel. Padres traen a sus hijos porque hay mucho polo de chicos. Son referentes Lolo y los hijos, Lucas Monteverde y los hijos... Pero la verdad es que tienen que hacerle un monumento a Cambiaso, que rompió todos los récords y es el número 1 indiscutido del polo”, elogia el Flaco Valent, a pesar de que en 2016 bifurcó caminos con Adolfo, y no en buenos términos, ciertamente. Ya lejos del crack, sigue trabajando en Cañuelas. Y así describe su lugar adoptivo: “Acá hay otra esencia, otro olor, otra mística. No hay tanta plata dando vuelta. Es otro paladar. La Dolfina, si bien tiene todas las comodidades, no es tan suntuoso como Pilar, que arrancó con esa onda. Acá hay buenas organizaciones sin tanta estructura, o con estructuras no tan impactantes. Y tiene un futuro muy auspicioso”.
Posee algunas ventajas Cañuelas como para ampliar ese desarrollo, incluso por sobre el núcleo Pilar/Rodríguez. Por un lado, cuenta con más espacio disponible para encarar proyectos, porque no hay saturación de countries ni de barrios, sino todavía muchos campos y tambos. Por otro, los accesos (autopista Ezeiza Cañuelas, rutas 205 y 6) son bastante directos y no se atestan de tráfico. Y además, a 20 minutos de viaje en auto está el aeropuerto de Ezeiza, un beneficio valorado por los extranjeros y por los polistas profesionales que viajan al exterior. El centro de Buenos Aires está a unos de 60 kilómetros, más o menos la misma distancia que desde Pilar y desde General Rodríguez hasta la capital. “Es increíble lo que creció Cañuelas en este último tiempo, tanto como Pilar, donde hay mucha movida de polo. Pero Cañuelas no tenía tanta, y está superándose año tras año”, apunta Camilo Castagnola a sus 20 años.
Otro que se entusiasma en ese sentido es su hermano Barto. A sus 22 piensa más en pegarle a la bocha y levantar copas –y vaya cómo viene haciéndolo–, pero empieza a entender de organización y de movimientos inmobiliarios. “La verdad es que hay una movida muy grande en Cañuelas. Por lo que he escuchado, están haciendo un proyecto muy lindo por la zona, en el que van a hacer muchas canchas de polo. Pero ya existen muchos clubes, como La Dolfina, nosotros, lo de Monteverde, La Trinidad, Puesto Viejo, El Metejón. Hay un montón de canchas y siguen haciendo. Creo que dentro de un par de años va a ser impresionante”, avizora.
El back de La Natividad alude a Cañuelas Polo Club & Farms, un desarrollo inmobiliario de unas 550 hectáreas contiguo al club de los Castagnola y al pueblo Vicente Casares. La iniciativa está en pleno amanecer y reunirá una parte de country, una de monte y una zona de polo que incluirá canchas, servicios, hotelería, gastronomía, comercios específicos (veterinaria, talabartería) y 30 campos de entre 8 y 12 hectáreas aptos para albergar canchas, caballerizas, picaderos y viviendas. Por supuesto, la municipalidad no está ajena a todo este movimiento.
Que en un partido habitado por 71.000 personas haya más de 2000 –una cada 35,5– vinculadas con una actividad en particular no es como para desatender. Y el gobierno se involucra: pavimentó caminos en Alejandro Petión (la localidad donde está La Dolfina), auspicia campeonatos (se creó la Copa Cañuelas), coorganiza cursos de capacitación con la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo (AACCP), propicia la instalación de emprendimientos vinculados con este deporte y lo difunde con cartelería publicitaria. Como con una gigantografía de su polista más reconocido, muy expuesta, muy visible.
“Adolfo Cambiaso. El mejor jugador de todos los tiempos. Bienvenidos a Cañuelas. Cuna del mejor polo del mundo”, clama, grandota, la imagen a la vera de la autopista Ezeiza-Cañuelas, en la salida de Vicente Casares, la anterior a la de Petión yendo desde Buenos Aires. La política local le hizo no sólo ese reconocimiento al deportista: la legislatura aprobó por unanimidad en noviembre de 2022 la ordenanza que le pone su nombre al Camino del 80, e incluso designó “Dolfina Cuartetera” y “Dolfina Toro” a dos calles de la zona polera.
Toro fue un caballo icónico criado por Cambiaso y montado por Castagnola en sus épocas de gloria. Es cierto que en General Rodríguez hay algunas arterias que llevan nombres de próceres de disciplinas ecuestres, como el recordado polista, criador y dirigente Gonzalo Tanoira y el criador de turf Hernán Ceriani Cernadas. Pero lo de un jugador en actividad y dos animales en la nomenclatura vial municipal es una peculiaridad de Cañuelas.
La votación en la legislatura para nombrar “Adolfo Cambiaso” a una calle
“Estamos orgullosos del éxito deportivo de nuestros clubes. Cañuelas es la cuna del mejor polo y nosotros hace tiempo hemos decidido brindar nuestro apoyo a su industria porque el polo es una actividad generadora de inversión y fuentes de trabajo, que viene a potenciar a nuestro partido. Muchos emprendimientos deciden hoy afincarse en Cañuelas y es nuestra decisión acompañarlos y apoyarlos”, expresa Marisa Fassi, la intendente que acaba de ser reelegida. Hace pocos años, el partido destacó con diplomas a Las Cañuelas, la escuela por la cual los chicos Castagnola y compañeros ganaron el Torneo Intercolegial de polo. Y en la celebración por el bicentenario del municipio, en 2022, Cambiaso fue uno de los invitados estelares.
Festejo de los 200 años de Cañuelas con Cambiaso como invitado
¿Y qué piensa el propio Adolfo? “Esto no existía. La zona Sur no existía. Y hoy somos más fuertes que antes. De a poquito hay más clubes, hay más gente que quiere venir a jugar. Marisa [Fassi] ha ayudado mucho al polo. Y creo que yo aporté un montón, lo he hecho crecer mucho con Polo Ranch. No soy yo solo; hay un montón de gente que se ha involucrado, un montón de jugadores de la zona: Pelón [Stirling], Lolo [Castagnola], Lucas Monteverde, [Matías] Magrini... Han puesto todo acá, han decidido traer a sus familias. Todos suman”, cuenta.
Le gusta lo de su nombre en el cartel vial, y que su domicilio esté en una vía que se llame como él. “Es un orgullo vivir sobre esa calle. Espectacular. Muy bueno”, comenta. Y eso que no anda en transporte público el hombre, ni se maneja mucho por la ciudad cabecera. Si lo hiciera, en estos días muy posiblemente se habría encontrado con afiches de él y su sobrino Barto Castagnola juntos, protagonistas de la reciente final del Abierto de Palermo (La Natividad 13 vs. La Dolfina 10). ¿Dónde estaban los pósteres, firmados por el gobierno cañuelense? En paradas de colectivos.
Polo en paradas de colectivos de los confines del conurbano bonaerense. Pilar/General Rodriguez sigue siendo la capital de este deporte. Cañuelas es el partido del polo.
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