River, en tránsito a la Copa Libertadores, no muestra sus mejores ropas de campeón, pero se prende en el baile de goles
Con una formación suplente remontó tres desventajas hasta alcanzar el 3-3 en el último minuto de los siete de descuento ante un Rosario Central que está invicto en el Gigante de Arroyito
Desde que fue campeón de la Liga Profesional, River entró en tránsito hacia su próximo gran objetivo: la Copa Libertadores. Lo que le quedó en el medio son peajes que lo mantienen en actividad. Y contra Rosario Central tuvo que moverse mucho, correr desde atrás para remontar tres desventajas y alcanzar un frenético 3-3, en el séptimo minuto de descuento, ante la furia local, que le protestó al árbitro Yael Falcón Pérez por haber adicionado un minuto más a los seis originales.
Está disperso River y se enfrenta con rivales entonados, que le encuentran el punto flojo y lo desestabilizan. Aunque sea de manera inconsciente y trate de cumplir con su responsabilidad profesional, la obtención del título le produjo un aflojamiento. No debería permitírselo, por lo que pregona y por el plantel que dispone. Lo que obtuvo lo tiene bien ganado, pero la imagen se cuida y sostiene en el día a día, sin excusas y con compromiso.
Talleres le jugó por la Copa Argentina como si fuera una final y lo dejó afuera. River entró tarde a ese partido, como si lo estuvieran tironeando los festejos de unos días atrás, y cuando se quiso enchufar chocó contra un adversario muy motivado, que combinó las dosis exactas de fervor y juego. Quedar afuera en los 16os de final, aun sin restarle méritos y poderío a Talleres, es un lunar en la temporada.
Martín Demichelis se enfoca en los octavos de final de la Copa Libertadores. En el 1° de agosto, la ida contra Inter, que este domingo tuvo el debut de Eduardo Coudet (0-0 ante Bragantino).
La fórmula de recurrir al plan B, con una formación con mayoría de suplentes, no funcionó contra Barracas Central. El plantel podrá ser amplio y variado, pero la brecha de rendimiento es evidente cuando el recambio es acentuado. No son lo mismo unos nombres que otros. Para ir a Arroyito le dieron descanso hasta a Armani.
Lo más destacado de Rosario Central 3 - River 3
Las primeras evidencias fueron un River estirado, con demasiado espacio entre las líneas, poco cuidadoso con la pelota y expuesto a la verticalidad de Rosario Central, el único invicto de local en la Liga Profesional, con nueve triunfos y cinco empates. Hizo del Gigante un bastión, en el que River, durante el primer tiempo, iba sin claridad y volvía desordenado.
El Canalla no tenía a unas de sus columnas defensivas, el suspendido Quintana, tampoco al volante Kevin Ortiz, pero mantuvo los rasgos que lo distinguen en el Gigante. Es un equipo intenso, agresivo. A los 26 segundos, Alejo Véliz ya había provocado la amonestación de Mammana. El encuentro se ida y vuelta, entre errores y virtudes de ambos lados. Ninguno de los dos especulaba, estaban a la expectativa de saltar al ataque apenas tenían la oportunidad.
A River le costaba hilvanar varios pases seguidos. Faltaba precisión individual. Sobre todo a Rondón, llamativamente titular por delante de Borja, mientras Beltrán tuvo descanso. El venezolano bajó dos veces a su campo a controlar con el pecho dos pelotas; de ambas surgieron ataques de Central, el segundo terminó con el gol de Véliz.
El juvenil centro-delantero es una fiera. Apareció por el centro para conectar el centro de Campaz, que le dio bastante dolores de cabeza a Herrera. Véliz es el goleador (11) de Central en la Liga Profesional y en su corta trayectoria (20 años) ya le marcó cuatro tantos a River. Yendo de arriba, con el cabezazo, es un tanque. Estrelló una definición en el travesaño y en otras exigió una atajada de Centurión. Sin dudas, su proyección apunta a Europa.
Aun siendo intermitente, River generaba algunas ocasiones y Broun se mostraba firme ante Solari y Rondón. Kranevitter se veía desbordado en la zona central, quedaba en inferioridad numérica cuando salía a cortar.
Mejoró River en el segundo tiempo. Solari pasó a su perfil natural, sobre la derecha, y el zurdo Paradela se corrió a la izquierda. Empezó a fluir de manera natural el ataque, mientras Central caía en su primer bache pronunciado, se veía superado.
Con un centro de Solari y la arremetida de Rondón, que aguantó la carga de un zaguero, River encontró el 1-1. Tenía más el control del partido e intentó variantes con el ingreso del juvenil Echeverri, recibido al instante por Francis Mac Allister con un golpe de amonestación.
El partido terminó de soltar amarras y los goles empezó a caer en cascada. River se durmió en un lateral para Central y para capitalizar ese tipo de distracciones no hay nadie más atento y voraz que Véliz. A los pocos minutos igualó Solari con un latigazo desde la puerta del área grande.
River había tenido capacidad de reacción, pudo remontar dos desventajas. ¿Suficiente? No, porque su endeblez defensiva y mal posicionamiento lo obligaban a volver a empezar. Central lo golpeó nuevamente, con una combinación entre dos ingresados: taco de Infantino y remate cruzado de Ferreyra. Y llegó el 3-3 de Solari, en el último segundo. El campeón no habrá vestido con sus mejores ropas, pero se animó a la montaña rusa de emociones.
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