Balance 2018: el Mundial en el que la Argentina fracasó dos veces: grupal y deportivamente
El seleccionado argentino fracasó dos veces en el Mundial de Rusia. La primera derrota, la deportiva, se consumó en los octavos de final, pese que por varios momentos puso en apuros al finalmente campeón, Francia, en un 4-3 que poca relación tuvo con el juego. La segunda, quizá la más importante, llegó en la parte humana. Claro, con una influencia directa en el resultado.
Jorge Sampaoli quedó rápidamente desautorizado. Los referentes, con Lionel Messi y Javier Mascherano a la cabeza, asumieron un liderazgo que jamás consiguieron extender por el resto del plantel, sobre todo los más jóvenes. Las marchas y contramarchas confirmaron que nada había cambiado respecto de las eliminatorias y de la angustiosa clasificación frente el juvenil equipo de Ecuador.
A la Argentina le pasó lo peor que le puede pasar a un equipo de fútbol: se lo comieron los de afuera. Claro que para eso contribuyeron los de adentro. Todos. Un presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia, que cuando alzó la voz fue para enrolarse detrás de los futbolistas. Un Sampaoli sin rumbo, con pocos rastros de aquel hombre temperamental que había llevado a Chile a la primera conquista internacional en la Copa América de 2015. Un Messi ausente en el campo: el penal errado ante Islandia resultó la profecía de lo que sería un Mundial insostenible, con demasiados interrogantes.
Muchos lo catalogaron como el Mundial de los audios. Y tuvieron razón. En plena competencia se extendieron las presuntas voces de protagonistas agotados por un clima interno abrasador y que solo veía el interés personal por sobre el colectivo. Así llegaron el 1-1 con Islandia, la durísima caída frente a Croacia por 3-0 (con la grosera equivocación de Wilfredo Caballero) y el desahogo con el agónico triunfo ante Nigeria por 2-1. Sobraron las versiones sobre discusiones, peleas y hasta golpes de puño.
La despedida contra Francia cerró el ciclo de Mascherano, Lucas Biglia, Éver Banega y, presumiblemente, Gonzalo Higuaín en el seleccionado. Sergio Agüero y Ángel Di María expresaron públicamente sus deseos de continuar con la camiseta celeste y blanca.
La nueva oleada, ahora con Lionel Scaloni –paradójicamente un excolaborador de Sampaoli– empoderó a Paulo Dybala y trajo nombres como los de Mauro Icardi, Leandro Paredes y Germán Pezzella, entre otros. Giovani Lo Celso, que no jugó ni un minuto en Rusia, tuvo rodaje para demostrar buen pase entre líneas.
Después de la Copa del Mundo se vieron más indicios de una relación quebrada. Icardi, por ejemplo, tras el amistoso con México no dudó en apuntarles a los históricos. "Antes en la selección no había este compañerismo", sentenció el goleador de Inter. "Era increíble. Había jugadores que en Europa se saludaban y hablaban todo el tiempo, y que en la selección no se daban bola", le comentó tiempo atrás una fuente directa del plantel a LA NACION.
La Argentina chocó de frente en el que debía ser su Mundial y el de Messi, con 30 años. Y quién sabe si habrá otra oportunidad en Qatar 2022. Pero cualquier conjetura alrededor del rosarino será apresurada, ya que, pese al optimismo de la AFA, él no da ninguna pista de su futuro, con la Copa América de Brasil a la vista.
Da la impresión de que nada puede ser peor que la experiencia en Rusia. La Argentina hoy busca un plantel estable. Y eso debería incluir talento, empatía, afinidad e intereses comunes.
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