Escasez
La historia podría contarse así: una extraña civilización, nacida en un planeta excepcional, ubicado a la justa distancia en la que el calor de una estrella permitía la existencia de la vida, se dedicó –con fervor, tesón, método y eficacia– a devastar enormes zonas de ese mismo planeta. Aquella civilización, sofisticada y dueña de una tecnología prodigiosa, impulsora de riquezas y en permanente crecimiento, se declaró incapaz de brindar otra cosa que escasez a la gran mayoría de los seres que la integraban. Un día alguien decidió que cada 22 de marzo sería el Día del Agua, y cualquiera creería que en ese homenaje radicaba un puro deseo de celebración. Pero no: era un grito desesperado. El mismo que impregna la foto que aquí vemos; un niño africano tomando a gotas el líquido precioso, tan imprescindible como declarado escaso por la irracional civilización que alguna vez hizo de la Razón su culto.
Más leídas de Cultura
En una bóveda con custodia. Confirman que Miguel Ángel pintó otro “Juicio Final”, que se guarda celosamente en Ginebra
La revancha de Costantini. Minuto a minuto, cómo fue la puja febril del coleccionista para comprar un cuadro que había perdido hace tres décadas
La historia detrás de la historia. Eduardo Costantini y el arte de descubrir tesoros que están a la vista de todos